Con cinco generaciones de enólogos a sus espaldas, los hermanos Sanz disfrutan desde el año 2005 de su proyecto propio, Bodegas Menade. La bodega, pionera en la certificación ecológica, elabora sus vinos desde las mismas instalaciones donde, ya en 1870, elaboraban vino sus antepasados.
Richard Sanz, un enólogo prometedor en la creación de blancos con carácter, defiende un proyecto en el que quedan excluidas las grandes producciones y se decanta por la recuperación de terrenos con gran personalidad, entre los más antiguos de Castilla y León.
Queremos devolver a la naturaleza
lo que el hombre le ha robado
La verdadera historia de la familia comenzó en 1820, cuando los antepasados cultivaban la viña en diversas localidades hoy adscritas a la D.O. Rueda. La elaboración de los vinos se realizaba en lo que hoy se ha bautizado como ‘Menade by Secala’, una bodega subterránea excavada en la roca a principios del Siglo XIX.
Entonces, La Seca contaba en su núcleo urbano con numerosas bodegas, ahora derrumbadas por el paso del tiempo y la imposibilidad de mantenerlas.
Entonces, La Seca contaba en su núcleo urbano con numerosas bodegas, ahora derrumbadas por el paso del tiempo y la imposibilidad de mantenerlas.
‘Menade by Secala’ conserva la arquitectura propia de sus inicios, aunque con mejoras posteriores, un lugar perfecto para que las barricas, tinas y las botellas históricas reposen en paz debido a las condiciones de temperatura y humedad homogéneas durante todo el año.
Cada una de las generaciones de la familia comenzó a elaborar sus vinos en este histórico lagar y cada una de ellas tuvo una visión pionera en la zona para hacer vinos de calidad; pero a principios de los años 2.000 los hermanos Sanz decidieron iniciar su comenzar su propio proyecto: Alejandra en exportación y comunicación, Marco en viticultura y Richard en enología, basado en el respeto por la naturaleza y en la vuelta a la tradición.
Viticultores desde 1980
En Menade sustituimos los tratamientos químicos por otras técnicas naturales, como infusiones de plantas (ortigas, canela…) o suero de leche, que son más respetuosos con el suelo, la vid y las levaduras.
Lejos de ser enemigos, los insectos que pueblan el viñedo de Menade son fieles aliados para la prevención de plagas. Primero se atraen con extractos aromáticos para que actúen como depredadores y después descansar en sus ‘hoteles’, unos jardines de polinización repletos de plantas aromáticas donde insectos y reptiles viven en armonía.
El ecosistema de las fincas se completa con una serie de arbustos y árboles móviles con el fin de mejorar la biodiversidad que puebla el viñedo. Un jardín poliespecífico con más 40 especies de Castilla y León que está vivo todo el año da la bienvenida a la bodega.
Todas esas prácticas repercuten en el resultado final de los vinos, pues además de saber bien, sientan bien. Elaboramos vinos libres de alérgenos y de histaminas.
Mediante todos estos mecanismos en Menade se ha dado un paso más allá de la etiqueta ecológico. Ya no somos verdes, somos naturales.